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Quiero decir de Miguel:
era una persona extraordinaria y de múltiples facetas. Nos dejó
su huella de gran diseñador gráfico, de pintor y músico.
Era como un hechicero
parado frente a la inmensidad, tratando de ver todo desde los
cuatro costados.
No soy crítico de
arte y, por lo tanto, no puedo emitir un juicio crítico sobre
sus obras.
Pero sí puedo decir
cómo fue como amigo: un ser entrañable. No podré olvidar los momentos
de plática que teníamos cuando fue asesor en el Museo Municipal
Dámaso Arce y digo sin ningún reparo que, mientras trabajó conmigo,
nunca organicé una muestra sin antes obtener su consentimiento
criterioso. Miguel trabajó en lo que lo hacía feliz porque ésa
era la única manera de que él entendía de brindarse a los demás.
Aceptaba todas las
tendencias cuando eran honestas, como lo era él. Vivió pleno en
paz porque era muy creyente y sus creencias tenían la riqueza
suficiente como para que las compartiera.
Quico, gracias por
todo y por tanto.
Enrique Saisí
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