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Arte y Cultura
RAMON DIORIO:
UN ENAMORADO DEL TEATRO
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Su hogar en la avenida
Pringles está invadido por los recuerdos. Decenas de plaquetas,
medio centenar de pergaminos y diplomas, cuadros y fotos (varios
del general Perón y Evita). ``Soy un peronista de la primera
hora, pero he desensillado hasta que aclare'', dice.
Diarios y recortes sobre una mesa
compartidos con elementos de costura de su esposa Liria Elicegui
y su libro ``Cien años de Hinojo'', que escribió
con la ayuda de su hijo Guillermo (locutor de radio y televisión),
donde plasma todo el amor por su querido pueblo, en un pormenorizado
repaso de la historia de pago chico, donde nació el 31
de agosto de 1922, hace 76 años.
Desde 1988 vive en nuestra ciudad.
Hasta entonces fueron 66 años de intensas vivencias que
las desgrana cuando nos dice ``para mí Hinojo fue todo...
el pueblo de mi nacimiento... allí tuve mis amigos... desarrollé
mis aptitudes sociales y culturales, haciendo 53 años de
teatro''.
``Cuando me vine a Olavarría,
lo hice para estar cerca de mis hijos; sentía una pena
enorme. No me quería venir y ahora cuando vuelvo, por una
razón u otra, hago de cuenta que me llevo la mitad del
corazón y la junto con la otra mitad que dejé ahí''.
``Tenía nueve años
cuando comencé con el teatro en la Escuela 11 -memora-,
donde participé en una comedia que hicieron las maestras;
teatralizaban el tango Giuseppe El Zapatero, en el que intervenía
también el querido Poroto Giacovacci, gran pianista de
la Orquesta Rossi''.
Recuerda que de joven integró
la comisión de Teatro y Cultura del Club Atlético
Hinojo y que al mes de inaugurarse el flamante edificio, ya dio
una obra de teatro.
``A partir de entonces comenzó
el auge ininterrumpido hasta hace dos años, cuando dirigí
la última de unas cincuenta obras estrenadas, que fueron
reprisadas en La Madrid, Laprida y Durañona''.
``Las obras se daban en una sola
sesión, a la que concurrían más de 600 personas.
Pero lo más sorprendente fue en Colonia Hinojo, porque
cuando fui allí lo hice en razón de que en el '73
se incendió el Club (las llamas destruyeron el escenario
y el salón de Atlético Hinojo). Al otro año,
recibo la visita de chicas de la Colonia y querían que
las dirigiera porque iban a formar un grupo de teatro, `Primavera'.
Fueron años divinos. Una gran muchachada. Allí dimos
unas 17 obras de teatro. Formé una familia tan linda'',
dice nostalgioso. ``Las mismas obras, después, las íbamos
a reprisar a Hinojo''.
``Así fue como una vez trajimos
a los internos del Penal de Sierra Chica y dimos una obra para
ellos. Recuerdo que las chicas que componían mi grupo le
regalaron un clavel a cada uno de ellos... maravilloso''.
Fue su hermano, el Dr. Antonino
Diorio, quien lo inició y alentó en las lides teatrales.
En 1948, integró la comisión directiva de la Biblioteca
Sarmiento de Hinojo; allí había muchos libros y
su hermano... ``que me enseñó a pensar'' lo hacía
leer y luego le pidió su opinión; además
en la biblioteca había muchos libretos y así comenzó
a interesarse en el tema. ``He leído mucho, pero el teatro
me enseñó aún más, porque por ejemplo
dramas o comedias como `El hombre que yo maté' o `Así
es la vida' me hacían pensar''.
Diorio, que aún hoy cuando
se siente ganado por la melancolía o el cansancio, vuelve
a repasar fragmentos de ``El hombre mediocre'', de José
Ingenieros, y tiene palabras de afecto para su esposa, ``la mejor
compañera del mundo, que hace 47 años está
junto a mí''. Habla de los suyos: ``Es una familia bárbara''.
Los domingos, con ella, nuestros hijos Guillermo y Carlos, las
nueras y los nietos, nos juntamos todos para el almuerzo y pasamos
momentos divinos''.
Y poniendo en práctica su
filosofía casera, recuerda la frase de una de sus obras
puestas en escena: ``Y esto también pasa'', que a él
le sirvió en la vida. ``Cuando llegaba eufórico
a mi casa, recordaba esas palabras y me calmaba. Cuando venía
triste, dolorido por algún percance, recordaba y me ayudaba
a sobrellevar el momento''.
Sobre la mesa, mientras se desarrollaba
la charla, nos llamó la atención un pergamino con
caracteres destacados: ``Te quiero, porque aquí aprendí
a amar''.
Es que los alumnos de la Escuela
11 de Hinojo, que utilizaron con sus maestros pasajes del libro
que él escribió para el centenario, reprodujeron
precisamente un poema de su autoría allí incluido,
que finalizaba con esas palabras que Ramón Diorio escribió
con el corazón.
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