Estás en: Información <<
CIBERCULTURA


Que es la cibercultura (y el ciberespacio)
Por Jorge Arabito


Introducción
Internet, la red de redes se ha convertido en un personaje que apareció al final del siglo XX, cuando menos lo esperamos. En 1995 compré en Oxford un libro editado en 1994, llamado "Brewers dictionary of 20th-century phrase and fable" (o sea el Diccionario frases del siglo XX), que clamaba desde su contratapa contener en 8000 entradas todos los aspectos de la moderna vida y cultura del siglo pronto a terminar. Sin embargo, entre "international style" and "INTERPOL", no estaba Internet... ni ninguna palabra relacionada con las redes electrónicas que pocos años después forman parte de nuestro paisaje cotidiano.

Asumiendo que la historia de siglo XXI se escribirá con palabras como red, arroba, e-mail, ciberespacio, intranet, Extranet, puntocom y e-commerce, resulta necesario comenzar el trazado de un mapa de estos nuevos territorios que se abren al conocimiento humano. Cuando los diarios están llenos de avisos que terminan en ".com", la gente tiene direcciones para escribirles que incluyen una "@" y navegar no es sinónimo de veleros, es interesante hacer un alto en el camino para hacer una pequeña historia de este mundillo... Desde el punto de vista de lo que se pensó y escribió (y temió) cuando este paradigma apenas surgía en el horizonte. Porque si bien por una parte, nuevas denominaciones y conceptos se suman casi livianamente al día a día humano, por la otra la sociedad atraviesa transformaciones mas profundas, a partir del impacto que las Nuevas Tecnologías de la comunicación producen en la cultura cotidiana. La tecnología Internet y la retahíla de anglicismos que la acompañan se presentan a menudo como símbolo de modernidad, de "estar a la última" y de apuntes obligados en foros académicos y de trabajo sobre temas como la economía, la empresa, la formación, la información, el ocio, la juventud, la profesionalidad, la ingeniería, el diseño, el consumo, el arte o las relaciones personales.

En 1984 William Gibson acuñó en la novela "Neuromancer" la palabra "ciberespacio" para describir el "mundo virtual creado por las computadoras interconectadas". , O sea el lugar conceptual donde tiene lugar la comunicación por ordenador. Definido por John Perry Barlow como "el lugar en donde estamos cuando hablamos por Teléfono", el termino se expandió progresivamente y hoy en día es la metáfora cabal de un futuro totalmente virtualizado. En ese sentido, la palabra posee dos acepciones, la primera como el lugar al que se accede al conectarse a una red de ordenadores. En ese sentido Internet es el mayor exponente actual del ciberespacio. La segunda acepción entiende al Ciberespacio en tanto concepto virtual del espacio en un entorno gráfico de imagen sintética tridimensional.

En la utopía del ciberespacio de Gibson, es un ambiente en el cual viajan millones de datos e informaciones de todo tipo y al cual tienen acceso millones de usuarios, se refleja el concepto de una tierra sin fronteras y de vastas oportunidades, donde podrá edificarse una nueva colectividad democrática, tolerante, igualitaria en la cual el individuo y la difusión del poder serán las categorías imperantes. Es mas, es posible imaginar, como de hecho lo Gibson, que la Red (en las novelas "Neuromante" y "Conde cero", Gibson la llama "la matriz") podría constituir una nueva forma de inteligencia superior, "mas que humana"; una suerte de gran Mente supraindividual a la que los individuos podrían conectarse y desconectarse para vivir diferentes planos de realidad. En esta fantasía se reconcilian dos sensibilidades que hubieran sido inconciliables hace treinta años: por un lado, la de la contracultura del flower power, la búsqueda mística del nirvana, el hedonismo y la liberación de los sentidos; y por el otro, la cultura científica, las teorías de la física cuantica y los fractales, los hábitos tecnofilicos y workholicos de los muchachos del Silicon Valley.

La sociedad del ciberespacio es para muchos una nueva forma ecológica en la historia humana, en la que el desarrollo humano produjo una nueva frontera por explorar y por colonizar. Escribió Michael Benedikt en 1991: "El diseño del ciberespacio es, después de todo, el diseño de otro mundo, un universo paralelo, ofreciendo un prospecto intoxicante y repleto de actualidad, con una tecnología muy cercana a un sueño de miles de años de antigüedad: el sueño de trascender el mundo físico, completamente vivo, según el propio deseo, para empobrecerse o encandilarse allí, solo o con otros y poder regresar". El mundo natural ha sido ya humanizado casi completamente por un hombre que ha colonizado al planeta de forma tal que recursos y energía están en un estado de colapso.

La última fase del desarrollo de la sociedad humana se caracteriza por la revolución tecnológica que ha dado origen a la llamada Sociedad de la Información, en la que actualmente nos encontramos, y en la que la información es el bien económico más preciado. A partir de sucesivas revoluciones tecnológicas-cibernéticas, nace la chive sociedad, y con ella la cibercultura correspondiente. Pierre Lévy aborda el tema de cómo se construye la sociedad de la información desde la perspectiva de la cultura. En el marco del ciberespacio se crean, desarrollan y maduran relaciones sociales de todo tipo que generan una cibercultura, una realidad repleta de oportunidades y de amenazas edificada sobre la información. Pierre Lévy compara el volumen de información que se amasa en la Red con el de un gran diluvio en el que, ante la inmensidad del flujo informativo, nadie es capaz de absorberlo en su totalidad.

El ciberespacio está abierto, y nuevos colonos aparecen y lo ocupan. Una nuevo socialización está en emergencia, algo distinto y semejante, una vez más. El mundo ha cambiado, un nuevo territorio ha nacido, extenso e inmenso. Y casi cualquiera lo puede explorar y ocupar. Es el momento de nuevos colonos que exploran espacios recién descubiertos, sin abandonar la comodidad de su escritorio. Un universo nuevo, universo paralelo creado y sustentado por las computadoras y las líneas de comunicación del mundo. Un mundo en el que el tráfico global de conocimientos, secretos, medidas, indicadores, entretenimientos y la identidad alterhumana adquiere forma: imágenes, sonidos, presencias nunca vistas en la superficie de la tierra floreciendo en una vasta noche electrónica.

La cibercultura es una nueva cultura, en plena ebullición. Es la compañera del desarrollo de Internet y del ciberespacio, de las comunidades virtuales y de las nuevas técnicas de representación, como la realidad virtual o la simulación digital. Esta nueva cultura no se debe exclusivamente a la evolución tecnológica; está también ligada al fenómeno de la globalización -en sus dimensiones culturales y artísticas, pero también sociales y políticas-. La cibercultura se apoya en comportamientos, esquemas mentales y modos de identificación social, muy diferentes de los que habíamos conocido hasta ahora. Por ejemplo, la navegación en los entornos de la información y del conocimiento, el trabajo en grupos de trabajo virtuales a escala planetaria, la interacción en universos virtuales, introducen nuevas actitudes, y nuevas formas de relación, que tendrán sin duda profundas consecuencias sociales y culturales.

La cibercultura se refiere a los modos de vida, las formas de construcción del self y del otro, así como las formas en las que fluyen transversalmente las dimensiones política y económica en la espiral de dominación/resistencia dentro del ciberespacio. En su sentido más abarcador remite a toda forma de comunicación mediada por redes de computadoras (CMC) ya sea en tiempo diferido- como cuando utilizamos el correo electrónico- o en tiempo sincrónico, como cuando sostenemos una conversación en un chat room. Podemos definir cibercultura como una colección de culturas y productos culturales que existen y han sido posible gracias a Internet, con las historias contadas sobre esta cultura y sus productos culturales. La cibercultura, al igual que todas las culturas, es extensa y amplia, y esta en un constante estado de flujos.

Si partimos del concepto de cultura como conjunto de ideas, conocimientos, usos y costumbres de un hombre o de un colectivo, y le añadimos el prefijo ciber; nos encontraremos con la cultura de los avances tecnológicos (de la Cibernética), y de la convivencia del hombre con la tecnología. En consecuencia, podríamos definir cibercultura como conjunto de ideas, conocimientos, usos y costumbres de la sociedad con los avances de las nuevas tecnologías. Sin olvidar que la tecnología ha sido el sustento de los metarrelatos de la modernidad. La idea que alimenta "Velocidad de Escape", el libro de Mark Dery sobre la cibercultura en el final de siglo, sostiene que nos contamos historias para poder vivir, para poder dar significado al mundo, para habitar lo inefable, lo desconocido. Construimos relatos acerca del poder de la tecnología coherentes con un futuro sobre el que proyectamos nuestros temores, los problemas y tensiones de la sociedad actual. La tecnología es un ámbito de pensamiento y de producción narrativa disponible para proporcionar un sentido simbólico a lo que tememos. Y no solamente nuevas realidades forman la Internet, sino que son expresión de muchas formas de pensar bastante extrañas que antes estaban desperdigadas y hoy han encontrado en la red un lugar para encontrarse, como los skinheads o neonazis, los seguidores de extraños cultos religiosos, los nerds y las más extrañas manifestaciones humanas.

Mark Dery, quien durante años investigó a estas tribus, explica que a los hippies de los 60 y 70 les siguieron, en los 80 y primeros 90, los "yuppies". Y a ellos los suceden hoy los "ciberhippies" en los Estados Unidos y los "zippies" (Zen-inspired pagan professionals; o profesionales paganos inspirados en el Zen) en Inglaterra: "una combinacion de los niños de las flores de los 60 y los tecnólogos de los 90". Sin embargo, algo distingue a la cultura ciberdélica de los 90 con la psicodelia de los 60, y es su total adhesión a las tecnologías y la aceptación de cada nuevo chiche que ellas proponen: computadoras, microchips insertables en el cuerpo, memorias prestadas, ingeniería genetica, paraisos artificiales sobre la base de combinaciones quimicas y/o electronicas. La expresión más cabal de estas corrientes se encuentra en la revista "Wired", auspiciada por Nicholas Negroponte, en la que al tiempo que se celebra cada nuevo "gadget" tecnológico como algo imprescindible, se da por supuesto que la cultura, actualmente pasa por Internet.

El futuro..
La red es muchas cosas, y dentro de su enorme anarquía se parece también a una comunidad (o colección de comunidades) abierta, en la que la gente se relaciona, copula (virtualmente), comercia, intercambia información, visita museos, archivos, servicios y exhibiciones, pero donde también unos cuantos pasan su tiempo inventando nuevos métodos para estafar al vecino. Es muy promisorio que la mayoría de las grandes corporaciones hayan descubierto tardíamente a la red a partir de su traspaso a la esfera comercial en 1994. Nada parece aun definitivo en el ciberespacio, y todavía podemos esperar que la red como medio de comunicación no se corrompa por los mismos intereses que corroen al resto de los media.

La idea de que la red esta infestada de "nerds onanistas-nazis-terroristas-pone bombas que se ganan la vida vendiendo videos porno a niños de primaria" (como comenta irónicamente Jonathan Vankin), viene precisamente de que Internet ha abierto canales a la discusión y a la propagación de ideas impopulares y extremas que antes estaban condenadas a infames publicaciones de pobre calidad y tirajes diminutos. Si bien hay miles de personas discutiendo las características de los neutrinos, una obra perdida de Gustave Flaubert, los defectos del nuevo auto de Honda y el ultimo capitulo de Los expedientes secretos X, lo que mas maravilla tanto a los nuevos usuarios como a los veteranos de la red es la abundancia de foros y sitios dedicados a ideas extremas, marginales, extrañas, subversivas, perversas y disparatadas. Sea cual sea el destino de la red, su herencia más notable es haber abierto los debates, creado sociedades basadas en la oportunidad de discutir y confrontar ideas que podrían ser peligrosas y vergonzantes. Ha dado oportunidad de salir a la luz al pequeño extremista que muchos llevan dentro para confrontar sus ideas y -en muchas ocasiones- ser saludablemente puesto en su lugar.

El hecho de que se pueda discutir globalmente y 24 horas al día acerca de secuestros extraterrestres, racismo, manipulación subliminal de los media y conspiraciones, no tendría por que espantar a nadie; No obstante, es claro que de ambos lados de lo que queda de las trincheras ideológicas la idea de un debate sin ninguna censura es algo muy incomodo. Ahora bien, a algunos les molesta (muy comprensivamente) que los neonazis tengan canales para comunicar sus ideas, a otros les parece inmoral que haya gente discutiendo sus fetichismos particulares. Pero la mayoría de los casos de censura en el planeta se deben a gobiernos que tienen pavor del poder de la libertad de expresión, como en Birmania (en donde tener una computadora con capacidad de conectarse a una red es un crimen que se castiga hasta con 15 años de cárcel), o China, Singapur, Malasia, y Kuwait entre otros, en donde el gobierno se encarga de bloquear el acceso a sitios considerados impropios por razones políticas, religiosas o sexuales.

Tenemos necesidad de la cibercultura para construir la sociedad del siglo XXI y hacer posibles nuevas formas de solidaridad humana, necesarias en un mundo cada vez más interdependiente. En el corazón de la cibercultura reside un reto profundamente ético. No bastará con definir un código de conducta para Internet, o regular el comercio electrónico. Es necesario un debate democrático sobre el futuro de la sociedad mundial de la información. Hay que inventar una cultura capaz de "civilizar" la globalización y de construir desde hoy las utopías del mañana, para todos.

Pero a la vez, en ese mundo nuevo los derechos de propiedad y la deriva económica acentuarán las consecuencias del mercado libre. Según Gianpaolo Miele de la Universidad Centroamericana de Managua lo que en realidad se está creando es "una época antisocial, conservadora o de revolución de las élites, un nuevo modelo de apartheid para aquellos que tienen poco acceso al mundo informático o no lo tienen en absoluto". Por su parte, el Prof. Alejandro Piscitelli va mas lejos que pensar a nuestra era como la de la transición de una economía de producción a una de información. Esta transición no se nueva y se ha dado otras veces en la historia (con la invención de la escritura y la popularización de la imprenta) y nunca ha implicado un reordenamiento social ni de la producción. El filósofo analiza el significado de "atravesar la cuarta discontinuidad" (considerando que la primera separa lo celeste de lo terrestre, la segunda lo animal de lo divino y la tercera lo racional de lo irracional): es decir, resolver los problemas epistemológicos, culturales y sociopolíticos que plantea la aparición de máquinas inteligentes y en particular la potencial simbiosis hombre/máquina que resultará en engendros más-que-humanos. Si por una parte especula en torno a la posible convivencia entre hombres y mentes manufacturadas, el autor cita aquella frase sombría de I.J.Goode: "La primera de las supermáquinas inteligentes será el último invento humano." Difícilmente podemos imaginar al homo sapiens colaborando con los chimpancés, de igual a igual; de manera semejante podemos preguntarnos si las máquinas pensantes del futuro nos considerarán dignos de ser sus colegas...

Jorge Arabito (jarabito@satlink.com)


Recuadro: lecturas imprescindibles

Negroponte, Nicolás (1995). Ser Digital. Argentina: Atlantida-Océano.
El título en inglés es Being Digital. En este libro Nicolas Negroponte-es fundador y director el Media Lab del Massachusetts Institute of Technology (MIT) desde 1985- desarrolla la propuesta de que en un proceso acelerado toda nuestra forma de vida se convierte en una existencia digitalizada. Luego de una discusión entre átomos y bits y las ventajas de la digitalización, Negroponte se dedica a describir las formas en las que las tecnologías de digitalización han transformado muchos servicios y funciones en nuestras sociedades. Buena parte del libro, está dedicado a describir las invenciones tecnológicas del Media Lab, así como de otros centros de investigación, especialmente en el área de las comunicaciones.

Piscitelli, Alejandro (1996).Ciberculturas en la Era de las Máquinas Inteligentes. Buenos Aires-Barcelona-México: Paidós.
Alejandro Piscitelli es profesor en la Universidad de Buenos Aires. Su libro constituye uno de los pocos textos sobre el tema de cibercultura escrito originalmente en castellano. Este libro contiene un profundo análisis de los adelantos tecnológicos más sobresalientes en el área de las comunicaciones, la inteligencia artificial, nanotecnología, las tecnologías de realidad virtual, etc., así como de las prácticas culturales emergentes (cyberpunks, escritura electrónica o hipertexto, y la "telesexualidad").

Turkle, Sherry (1995). Life on the Screen. Identity in the Age of the Internet. New York: Simon & Schuster.
Sherry Turkle es psicóloga clínica y profesora de sociología en el MIT. Ha sido pionera en la investigación etnográfica sobre la relación entre los usuarios y las computadoras. En su libro Life on the Screen elabora su estudio sobre los posibles significados de esta relación dedicando especial atención a las formas de construcción de las identidades en Internet. El libro está dividido en tres secciones. La primera The Seductions of the interface trata sobre las implicaciones sociales del cambio de paradigma de la cultura de la computación a la cultura de la simulación y la consecuente valoración social de las formas icónicas utilizando como materia prima el contraste de las experiencias narradas de usuarios de DOS y Mac. La segunda parte Of Dreams and Beasts se examina las funciones de las computadoras en la sociedad especialmente a partir de programas de inteligencia artificial, SimLife y ELIZA, así como las experiencias de personas que han interactuado con éstos. En la última sección On the Internet, la autora explora nuevamente la experiencia del usuario especialmente en ambientes como MUDs y MOOs, las formas en las que se construye la identidad virtual, los significados de estas identidades y las reales y el significado de las relaciones sociales en este tipo de ambiente. Este libro es una lectura obligada para todo estudioso de la cibercultura desde una perspectiva psicológica y social.