HACIA UN MUNDO MEJOR
Las dos mitades de la humanidad
Dirigir
nuestra mirada a la forma en que nuestra sociedad estructura la
más fundamental de las relaciones humanas, las que se establece
entre mujeres y varones, es de vital importancia para el curso de
nuestra evolución cultural y social. La manera en que vivimos
esta relación tiene profundo efecto, no sólo en cada
una de nuestras opciones de vida, sino también en cada una
de nuestras instituciones: pareja, familia, educación, religión,
etc., en nuestros valores y en la dirección de nuestra evolución
como sociedad, especialmente si ésta va a ser pacífica
o violenta.
Por eso, la manera más segura de empezar los grandes cambios
es comenzar por uno mismo, por el cambio personal, por deshacernos
de estereotipos y condicionamientos que nos aprisionan en modelos
fijos de cómo debe ser el varón o la mujer (qué
es lo femenino o lo masculino) para reflexionar y hacernos preguntas
que nos permitan discernir, ubicarnos y elegir otras alternativas
diferentes a las aprendidas y vividas hasta ahora.
¿Y por qué no hacerlo en este mismo momento?
Busquemos un lugar cómodo y agradable para sentarnos...
aflojemos el cuerpo... pongámonos en contacto con nuestra
respiración... cerremos los ojos y dispongámonos a
usar nuestra imaginación: …”Si yo pudiera crear
mi mundo ¿cómo serían las relaciones entre
las personas?... ¿cómo sería nuestra vida si
la relación entre mujeres y varones estuviera basada en el
compañerismo, la coparticipación, la equidad y la
responsabilidad?... ¿cómo afectaría este cambio
de imagen de mujer o de varón a la que cada uno tiene de
sí y de su sexualidad?... ¿cómo afectaría
a las familias? … ¿cómo afectaría a nuestros
hijos y a su educación?... ¿cómo sería
la sociedad toda si las bases de las relaciones pasaran de la dominación,
la agresión y la competencia a la solidaridad y a la coparticipación?”
Si nos contestamos estas preguntas seguramente nos vamos a dar cuenta
que, efectivamente, el cambio depende de nosotros, de nuestra participación:
primero en lo personal, con la aceptación de nuestros aspectos
internos femenino y masculino integrados armoniosamente, para luego
promover el cambio en nuestro entorno más próximo,
en nuestro mundo personal y de ahí, con acciones efectivas
a la comunidad.
La vinculación y la complementariedad de lo femenino y lo
masculino, dentro y fuera nuestro nos lleva a abandonar jerarquizaciones
que sólo tienden a consolidar relaciones basadas en sometimientos
y autoritarismos (como sucede tanto en el patriarcado como en el
matriarcado) y a crear nuevas pautas y nuevos códigos de
comunicación entre varones y mujeres que permitan una asociación
más solidaria basada en la responsabilidad y la valoración
mutua. Esta alternativa, este modelo social nuevo se encuentra netamente
ligado a cualidades asociadas a lo femenino, tan combatidas o rechazadas
tanto en varones como en mujeres en siglos pasados y aún
en la actualidad.
Es necesario revalorizar y poner en acción valores tales
como el cuidado, la no violencia, la receptividad, el amor, el cuidado
por la naturaleza; desarrollando la creatividad, la intuición,
desplegando los más elevados potenciales humanos hacia la
búsqueda pacífica de soluciones para nuestros problemas,
encontrando el placer que brinda el compromiso asumido frente a
la circunstancia que se está experimentando y por último,
lograr una mirada más equilibrada del mundo.
Mónica
Naccari
Lic. en Psicología con Orientación en Clínica
Formación en Terapia Gestáltica y Psicología
Transpersonal