PARQUE NORTE
En Olavarría existen 4 parques donde la participación
de la gente demuestra un descubrimiento de los espacios verdes.
Y es el Parque Norte, por su historia y su variada oferta, el que
se transforma en puntal de esta tendencia. Allí se puede
andar en bicicleta,
caminar, correr, almorzar, tomar mate y compartir el día
con la familia. Lejos del ruido de la ciudad, este espacio ofrece
un paisaje de tranquilidad y paz para tener en cuenta a la hora
de utilizar el tiempo libre.
A la hora de hablar de un descubrimiento de los espacios verdes,
el ejemplo más claro es, sin dudas, el Parque Norte. ¿Por
qué? Porque la gran mayoría de quienes hoy disfrutan
de su paz y tranquilidad llegaron por primera vez allí por
efecto de la casualidad. Se sorprendieron con la bicisenda, con
el buen estado del lugar y con la gente que por allí circula
en bicicleta, corre o camina, mientras otros juegan al fútbol,
remontan barriletes, entrenan, toman mate o
se entretienen en los juegos para niños. Desde el nieto al
abuelo, todos, y sin distinción de clases, hoy forman parte
de un paisaje donde el verde, el sol y la sombra reinan a 12 cuadras
del microcentro de la ciudad de Olavarría.
El Parque Norte tiene algo más de 15 años. Y lo que
en un momento fue un proyecto interesante, hoy es una realidad que
a todas luces se destaca por su buen estado, por las obras realizadas
a lo largo de los años y por la excelente respuesta de la
gente. Ubicado al norte de la ciudad, entre el arroyo Tapalqué,
la ruta nacional 226, la calle Rivadavia y la avenida De los Trabajadores
(y una parte de la calle Juan XXIII), tiene 324.260 metros cuadrados
y aproximadamente 1.150 árboles, con 26 especies distintas.
Allí no sólo se puede disfrutar del contacto con la
naturaleza, sino también aprovechar la bicisenda de 2.140
metros, los juegos para chicos, las pocas parrillas, el sol y la
sombra de los centenares de eucaliptos.
El Parque Norte puede definirse como una obra auténticamente
eseverrista. El proyecto nació durante la primera gestión
del intendente, allá por 1984, y hoy, es una de las principales
satisfacciones que ostenta Helios Eseverri. A partir de entonces,
se fueron comprando los distintos lotes, el último de ellos
hace aproximadamente 7 años. El resto, que hoy pueden observarse
como si estuvieran incorporados al paisaje, los propietarios no
aceptaron
venderlos. Con lágrimas y emociones, el 18 de noviembre de
1984 se realizó el acto inaugural del Parque Norte. Es que,
además de abrirse las puertas de un nuevo paseo olavarriense,
se rindió homenaje a aquellos antiguos quinteros de Olavarría
que en su momento fueron un verdadero factor de riqueza de la ciudad.
La iniciativa se canalizó a través de la Dirección
de Parques y Paseos de la Municipalidad, cuyo titular era la ingeniera
agrónoma Graciela Rossetti. Se convocó a distintas
entidades intermedias, y en sólo dos reuniones se recibió
una variada oferta de propuestas. Cada una
de las instituciones debió elaborar su propia forma de participación,
ya que no había una comisión que concentrara todo.
Entonces, las sociedades de fomento, los clubes, el INTA, las cooperadoras
escolares, la Inspección de Enseñanza, el Regimiento,
los quinteros y un heterogéneo grupo de gente pusieron manos
a la obra.
Hubo stands de frutas, verduras y hortalizas; delegaciones, corte
de cintas, banda militar, misa, palabras alusivas, homenaje y lágrimas.
Todo, según las crónicas de aquel momento, fue a la
vez nostalgia y alegría. Porque ese día terminaba
la antigua "Quinta de Scandura" y
nacía el "Parque Norte".
El Parque HOY:
La gente llega por distintos medios. Los vecinos van caminando o
en bicicleta, algunos con su reposera o su silla plegable. Los que
viven en zonas más alejadas igual se animan a pedalear unas
cuantas cuadras, pero aquellos que tienen hijos pequeños
se trasladan en
autos o camionetas donde cargan la bici y el resto de los elementos
indispensables para disfrutar del parque.
En esto del descubrimiento no hay que olvidar un dato importante,
y es que desde hace un tiempose va incrementando la cantidad de
olavarrienses que asisten al lugar, sin perjuicio de aquellos que
a esta altura se sienten históricos. Lo destacable en este
caso es que, a diferencia del Parque Mitre (mucho más expuesto
en la geografía de la ciudad), este espacio está ganando
poco a poco en concurrencia, fundamentalmente por el paisaje y por
la seguridad que brinda a los niños.
Aquí no hay edades ni lugares que indiquen pertenencia.
Es un espacio público, gratuito, y en consecuencia está
abierto a todos. Entonces pueden convivir familias que llegan en
camionetas 4 x 4 con los vecinos del barrio Belén o Isaura.
Los abuelos con sus nietos, los padres con sus hijos, las parejas,
los amigos, los deportistas y hasta aquellos que pedalean o corren
encerrados en sus walkman.
Hay una sola entrada para vehículos (sobre Rivadavia), pero
muchas para ingresar en bicicleta o a pie, una de las cuales, sobre
la calle Juan XXIII, tiene un estacionamiento especial del lado
de afuera. El horario es de 8 a 20, y los sábados y domingos
son los días de
mayor asistencia, aunque durante la semana es muy común ver
a mucha gente a la tardecita,
después de las 18.30.