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La Ciudad
RELATOS
DE LA INUNDACIÓN DEL '80
|
Relato
de familias de Olavarría
Tres familias de Olavarría
nos relatan sus dramas que, en mayor o menor intensidad, es el
mismo drama que vivimos la mayoría de las familias de esta
ciudad.
1. Al tener noticias del crecimiento
acelerado del arroyo, ¿cuáles fueron sus primeros
pensamientos con respecto a lo que podría ocurrir?
2. Cuando comienza el avance de
las aguas y éstas se acercan en forma acelerada a su domicilio
¿qué es lo que intentan hacer en un primer momento?
3: ¿Hasta cuando permanecen
en sus domicilios y luego, cuando se hace imposible la permanencia
en el hogar, hacia dónde y cómo se dirigen?
4. Durante el tiempo que las aguas
ocuparon la ciudad ¿de qué forma se organizaron
para cubrir sus necesidades mínimas?
5: Para finalizar este diálogo
les pedimos a ustedes que nos relaten el regreso a su hogar y
las posteriores consecuencias.
FAMILIA: GATES (Chiclana 3730)
1- Bueno, en un primer momento al escuchar por radio, en un programa
deportivo de los domingos a la mañana, el crecimiento acelerado
del arroyo, toda mi familia pensó que sería una
crecida como la de los añol 78 y 79 que solamente humedeció
las calles aledañas al arroyo. No obstante lo anteriormente
relatado luego de almorzar mi padre se trasladó hasta las
cercanías del arroyo para mirar y tener una clara noción
de lo que la radio comentaba en sus comunicados. Por mi parte
cuando mi novio alrededor de las 14 hs. me vino a buscar, me trasladé
hasta el Barrio San Vicente (España y Las Heras), a casa
de mi futuro suegro, al llegar al citado lugar pude observar la
terrible desesperación de la gente que vivía por
los alrededores de las calles España, Del Valle, Vélez
Sarsfield, etc.
Donde las aguas prácticamente
se encontraban a una altura promedio de 1.50 metros, al ver la
angustia y la desesperación de los habitantes de esas casas,
me quedé estupefacta, sin siquiera poder articular palabra,
ante tanto desastre.
Al quedarnos encalle Pellegrini
y España por espacio de dos horas pudimos comprobar personalmente
con que rapidez aumentaba el nivel del agua. Cuando aparentemente
en el anochecer del 27, las aguas detenían su avance, emprendimos
el regreso a casa. El regreso lo hicimos luego de una pequeña
discusión con mi novio, debido a que yo por precaución
quería levantar los muebles de su casa y él me decía
que no hacía falta, porque el agua estaba a 200 metros
e inclusive sostenía que la casa estaba en una de las partes
más altas de San Vicente y por lo tanto la vivienda no
corría peligro. Al llegar a casa comentamos en familia
lo visto por cada uno llegando a la conclusión que la situación
para muchísimas familias del micro centro era desesperante;
pero GRACIAS A DIOS, en esos momentos, nuestra casa estaba completamente
alejada de la zona de peligro e inclusive calculábamos
que era imposible que las aguas llegaran a inquietar nuestro barrio,
teniendo en cuenta que estábamos aproximadamente a unas
30 cuadras de la zona crítica y así, palabras van
palabras vienen y con alguna broma que otra sobre una posible
e irrisoria inundación en nuestro hogar nos fuimos a dormir.
2- En la noche del 27 y hasta muy
entrada la madrugada del 28 llovió en forma intensa, lo
que significó que en nuestra casa prácticamente
no
durmiéramos, no por temor a una inundación de nuestra
vivienda (porque en esos momentos ni siquiera la imaginábamos)
sino porque al escuchar los constantes pedidos de auxilio por
LU 32, nos pusimos muy nerviosos al comprobar que algunos de esos
pedidos se hacían de lugares muy próximos a viviendas
de conocidos o parientes, lo que nos producía un gran estado
de ansiedad. Debido a esto fue que descansamos muy poco y nos
levantamos el lunes 28 muy temprano, encontrándonos con
la tremenda sorpresa: el agua casi en la puerta de entrada. Al
observar que estabamos casi invadidos por las aguas salimos presurosos
para tener una mayor idea de cual era nuestra situación.
Al salir pudimos comprobar que la única manzana anegada
era la nuestra ya que el resto del barrio no tenía problemas
(nuestra manzana se encontraba rodeada por las aguas, porque,
al haberse construido el asfalto en un amplio sector que nos circunda,
quedamos en desnivel con respecto a otras manzanas siendo por
ese motivo que las aguas morían o desembocaban en nuestra
cuadra), una vez que comprobamos que no corríamos peligro,
cada uno de nosotros comenzó a realizar sus tareas, pero
ya no tan tranquilos como la noche anterior.
Y
no estábamos tranquilos, porque si llegaba a llover de
nuevo corríamos real peligro de inundarnos por el problema
que en nuestra manzana no había desague que pudiera absorber
un solo chaparrón más. Con este temor y escuchando
las dramáticas noticias de LU 32, llegamos al medio día,
momento que hicimos un alto en nuestros quehaceres para almorzar.
A los pocos minutos de finalizar nuestra comida llegó mi
novio con el cual debimos conversar de vereda a vereda ya que
era imposible cruzar la calle, al ver la situación embarazosa
que nos encontrábamos me dijo que fuéramos a su
casa por cualquier cosa, proposición que mis padres no
aceptaron, pues consideraban que si no llovía no había
problemas. No obstante la respuesta recibida, mi novio insistió
y me dijo que si llovía nuevamente no dudara en irme con
mis padres a su casa, luego de repetirme mil veces lo mismo se
despidió regresando a su hogar. La tarde fue transcurriendo
tranquila hasta, que alrededor de las 18 hs, comenzó a
llover en forma intensa, lo que motivo que con mi madre comenzáramos
a levantar por precaución algunas cosas mientras papá
hacia barricadas en las puertas para evitar que las aguas entraran.
3. Alrededor de las 19 hs., la
situación era desesperante ya que el agua ingresaba a casa
por todos lados y una tremenda masa de agua había invadido
por el este, todo nuestro barrio lo que provocó desesperación
inenarrable en el vecindario. Cuando el agua ya nos llegaba a
las rodillas y -no había forma de hacerle comprender a
mi papá de dejar la casa; llegó mi hermano con el
concuñado, en una camioneta gasolera, quienes después
de hacerle entender a papá de lo inútil que era
arriesgar la vida para cuidar la casa y los muebles (cosas que
de una u otra manera con el tiempo se pueden recuperar o arreglar),
nos llevó a Barrio San Carlos, a casa de la familia GINTER,
donde permanecimos hasta la 1,30 hs. de la mañana del martes
29. En esos momentos fue cuando el agua comenzó a cubrir
la vereda y para resguardarse, por si las cosas pasaban a mayores,
la familia GINTER decidió abandonar la casa y dirigirse
a algún centro de evacuados, eligiendo por ir a Hinojo,
lugar donde nos proponen a nosotros para que también vayamos;
pero al ver la falta de capacidad de la camioneta y el deseo de
mi padre de no ir tan lejos, no aceptamos la proposición
y decidimos quedarnos. En ese instante, se produjo un corte de
luz general por ese sector, lo que dificultaba aún más
el traslado por las calles. Cuando ya la familia GINTER y mi hermano
se estaban por marchar ubicaron un Colectivo "CIUDAD DE OLAVARRIA",
que estaba evacuando gente; micro que abordamos sin pensarlo dos
veces y que nos trasladó hasta la Terminal de Omnibus.
Una vez en la Terminal nos ubicaron en la parte superior de la
misma, en ese momento individualicé al móvil de
la Radio y me acerqué para ver si podía mandar un
mensaje para tranquilizar a los parientes y ami~ gos de mi familia
pero no tuve suerte: lo dramática de la situación
oblf gaba al móvil a irradiar solamente los mensajes de
suma urgencia, razón más que valedera en esos terribles
momentos. De la Terminal, cuando se empezó a temer que
las columnas de la misma cedieran, nos cruzaron en un colectivo
de la misma empresa antes mencionada, al edificio ferroviario
(en ese lugar un grupo de chicas y muchachos nos dieron té
y pan).
Luego de permanecer por espacio
de dos horas y cuando las aguas comenzaron a avanzar peligrosamente,
los encargados de este sector deciden cruzarnos para la estación.
Al enterarse de esto mi papá, para ganar tiempo, se largó
solo a cruzar la correntada y cuando estaba en el medio de la
Avenida Pringles, se dio cuenta de la fuerza del agua y de lo
peligroso que era cruzarla a pie; entonces comenzó a gritarnos
a mamá y a mí, que no cruzáramos. Nosotras,
por el murmullo de las aguas. y el constante grito de auxilio
de la gente que allí estaba reunida, no escuchábamos
bien que era lo que nos quería decir e interpretábamos
sus gritos y sus gestos como una invitación a seguirlo.
Entonces, ante la desesperación de papá al ver lo
que hacíamos, comenzamos a cruzar la correntada caminando,
cuando sólo habíamos hecho dos o tres pasos, mamá
sufrió un desvanecimiento que nos obligó a suspender
nuestro intento y esperar la Pala para que nos cruce (gracias
a ese desmayo fue que no cruzamos caminando y nos salvamos a lo
mejor de ser arrastradas por las aguas, "Dios puso las manos
sobre nosotras").
Mientras tanto papá ya había llegado nuevamente
a la Terminal, en el preciso instante que estallan las columnas
y comienza a ser evacuada totalmente; dirigiéndose todo
el mundo, inclusive el móvil de la radio, a la estación.
Una vez que mamá y yo llegamos a la estación junto
con papá, estuvimos más o menos tres horas en el
hall de la estación. Luego nos hacen subir a los coches
de un tren, en el cual permanecimos por espacio de 12 horas aproximadamente,
sin comida ni agua potable. En esos momentos conocimos una familia
de apellido Morione compuesta por la madre, dos chicas y un muchacho,
quienes nos ayudaron muchísimo en los días que estuvimos
evacuados (lo que dije anteriormente, que estuvimos más
de 12 horas sin agua ni comida, lo cuento como un simple hecho
o anécdota para que se pueda tener mayor idea de lo que
la gente luchó y sufrió para sobrevivir y no lo
cuento para criticar o responsabilizar a nadie de nuestras penurias).
4.- El día 29 a la tarde,
luego de una discusión de los jefes de familia con los
encargados de mandar la gente a los centros de evacuados, (El
pequeño incidente se produjo a raíz de que los encargados
de mandar evacuados a la sierra, querían mandar las mujeres
a LOMA NEGRA y los hombres a SIERRAS BAYAS o si no, una persona
a Loma Negra alternada con una persona a Sierras Bayas, lo que
produjo malestar ya que en esos momentos nadie quería separarse
de sus familiares). Luego de conversar ese punto se llegó
a una solución justa, como fue la de mandar una familia
completa, alternada, a Sierras Bayas y otra a loma Negra o si
no también la familia podía optar a que lugar ir.
Cuando nos llegó nuestro
turno, nosotros elegimos como destino Sierras Bayas y hacia allí
nos mandaron. El viaje lo hicimos en un camión volcador
descubierto y éramos como 30 o 40 las personas que íbamos.
Tuvimos que soportar nuevamente los azotes del viento y mojarnos
hasta el alma. Llegamos a Sierras Bayas. Luego de una proeza del
chofer del camión ya que manejó hasta allí
con el agua cortándole el camino y como consecuencia de
esto prácticamente tenía que adivinar donde estaba
la ruta. Al llegar nos mandaron al centro de evacuados AOMA, donde
realmente no hay para explicar como nos atendieron, teníamos
de todo: médico, comida, calor, ropa, frazadas, en fin
todo lo que nos podía hacer falta. En el centro de evacuados
aparte de las personas que dirigían, todos de una manera
u otra colaboraban para que se mantuviera el orden y la limpieza
en el lugar. Estando en dicho centro, al escuchar por la radio
la lista de evacuados me enteré que mi hermana también
estaba en Sierras Bayas (en el cine), lo que motivó que
fuera hasta el lugar donde informaban que se encontraba, pero
al llegar a este sitio me dijeron que recién se había
retirado. Estuvimos evacuados hasta el día 3 de mayo que
fue recién el momento en que mi hermano fue a buscarnos.
Por este motivo fuimos la última familia e.: dejar el centro
y a pesar que era una sola familia la que h.ebía quedado
nos dejaron todas las comodidades y los servicios a nuestra disposición
por el tiempo que fuera necesario. Por esa amabilidad, por como
nos trataron, por el calor humano que nos brindaro; mi familia
y yo le estaremos eternamente agradecidos y creo profundamente
que todo lo que Uds., hicieron por nosotros, solamente Dios Nuestro
Señor podría llegar a explicarlo.
5. ¡El regreso a casa! Eso
si que es algo difícil de explicar; por un lado la tremenda
alegría que producía volver a casa luego de tantos
días, por otro esa alegría se cortaba ante el temor
de no saber como íbamos a encontrar nuestra vivienda.
Así, concentrados en esos pensamientos, llegamos a casa
y al ingresar a la misma no podíamos creer lo que estábamos
viendo, los muebles caídos y rotos, la ropa toda mojada,
los colchones inservibles, todo llenó de barro, las paredes
manchadas con petróleo; en fin ¡un desastre! Tan
grande era la amargura que las lágrimas comenzaron a escapar
principalmente en mamá y papá, sinceramente no era
para menos. "Pobres viejos" toda una vida luchando contra
la pobreza y las privaciones para tratar de tener cosas mínimas,
como pueden ser un juego de muebles o una heladera y de la noche
a la mañana quedarse sin nada. Es realmente desesperante
y es más desesperante teniendo en cuenta que papá
es jubilado por incapacidad y cobra solamente $ 400.000 mensuales
(Si me permiten, aprovecho esta oportunidad para proponerle al
Sr. Ministro de Economía, a todo su equipo e incluyendo
a los súpercráneos que gobiernan el país
que vivan un solo mes con esa cifra, porque la verdad que hablar
hablan muy lindo pero nosotros los de abajo cada vez peor). Tras
estos momentos de reflexión; de tristeza y de impotencia,
nos dimos cuenta que no estábamos solos ya que al tranquilizarnos
pudimos observar la alegría y el recibimiento que nos dispensaban
las regalonas de la casa (Sol y Peti, dos perritas que no sé
como se salvaron). Al ver la alegría de esos animalitos
y el darnos cuenta que, gracias a Dios continuábamos con
vida, borramos por completo todo el pesimismo y amargura de un
principio e iniciamos la reconstrucción de nuestro hogar
como toda la ciudad.
Durante diez días la familia Cinter nos prestó la
casa, ya que ellos se fueron al campo. A nosotros esa atención
nos vino muy bien, puesto que así pudimos, desmantelar
prácticamente toda nuestra casa y limpiar hasta el último
rincón.
Mientras con mamá lavábamos la ropa y limpiábamos,
papá desarmaba, arreglaba y armaba nuevamente los muebles
como así también los motores eléctricos.
A los once días pudimos volver a casa, si bien las manchas
de petróleo no habían salido de las paredes y el
olor a humedad tampoco, igualmente nos instalamos en casa, al
principio muy pre cairamente pero a medida que el tiempo transcurrió
nos fuimos arreglando mejor. Para finalizar quiero agradecer a
todas aquellas personas que de una u otra forma nos,,Wudaron,
principalmente, a la familia Mariani de Huanguelén y a
la familia Canabal de Coronel Suárez, quienes nos hcieron
llegar encomiendas con ropa y víveres, a la gente de AOMA
Sierras Bayas, a la familia Cinter, a la familia Morione y a la
Sra. Nélida Ramos Karin y a todas esas personas que no
sabemos su nombre pero que no dudaron en darnos una mano y a las
cuales les estaremos eternamente agradecidos.
FAMILIA DE LA SRA. MABEL MICHAUD
(Alte. Brown y I.L.Torres)
1.- Pensé que no ocurriría nada grave, que a lo
sumo las aguas que tendían a desbordar, mojarían
las calles cercanas al arroyo.
2- Seguí sin preocuparme
mucho y sólo atiné a cerrar las llaves generales-de
luz y gas.
3- Permanecí en casa con
mi hijo, hasta el domingo 27 a las 20 horas, momento en que pedí
auxilio, dado que las aguas comenzaron a invadir mi vivienda por
el sótano..Entonces que un camión del Ejército
vino en nuestra ayuda y nos llevó al Hospital; al día
siguiente a mi pedido, otro camión también del Ejército
nos trasladó a un hotel céntrico.
4- Nuestras necesidades mínimas
fueron ampliamente cubiertas, gracias a la capacidad y espíritu
de colaboración del Sr. Gerente, su familia y personal
del Hotel Olavarría donde nos brindaron no sólo
hospedaje gratuito, pues se negaron a recibir nuestro pago, sino
tido tipo de atenciones y afectos que en esos momentos resultaron
tan valiosos.
5.- Cuando regresamos a nuestro
hogar fue espantoso ver muertos a nuestros gatitos, que tanto
queríamos; muebles rotos, barro y suciedad, frío
y mucho por hacer. No obstante agradecimos a Dios el encontrarnos
con vida, tanto nosotros como nuestra familia.
FAMILIA DE AMERICO AMALRIC (Colón
2869)
1.- Que el agua no entraría a la casa.
2.- Subir las pertenencias sobre
mesas, escritorio e irnos; pues en ningún momento pensamos
que tendríamos 1,80 metros de agua en el interior.
3.- Permanecemos en el hogar hasta
las 18 horas del día domingo que es cuando las aguas comienzan
a entrar en el living. Salimos en una camioneta diesel de nuestra
pertenecia, empujándola dos cuadras con el agua a los faros.
Por ruta 226 nos dirigimos hacia la cantera del Señor Osvaldo
Cal¡¡, en donde permanecimos hasta el domingo siguiente.
4.- El martes la Municipalidad
nos hizo llegar carne y los tamberos de la zona repartieron leche.
Los siguientes días por nuestros propios medos nos procuramos
la subsistencia.
5.- El jueves pudimos regresar
a nuestro hogar caminando pues no se podía todavía
atravesar los puentes. Lo que se veía era algo muy triste
y desconcertante. Cuando llegamos los destrozos eran increíbles:
portones rotos, puertas derrumbadas con el marco, revestimientos
de madera levantados, el auto que había en el patio completamente
cubierto de barro, las cosas revueltas, etc. Por unos diez días
la casa no se pudo habitar. Felizmente ahora se ha vuelto a la
normalidad y aquello quedó como una pesadilla que nunca
olvidaremos.
Extractos
de la Publicación "OLAVARRIA INCREIBLE", editada
por Pedreira Publicidad con una tirada de 3000 ejemplares.
Los fragmentos que transcribimos
en estas páginas son nuestro modesto homenaje a aquellos
colegas que haciendo periodismo, escribieron lo que hoy es historia..
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